Me parece una muestra más de violencia sostenida
este pacto tácito de obligarnos a comer perdices
alrededor de una mesa con anís.
por cojones.
Y sálvese quien pueda, maricón el último, pero la puta al río. Siempre.
Está claro, señora, que usted se guarda las ganas de envenenar la sopa porque
nos
queremos
todos
mucho.
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Felis navidás.
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